Nunca me gustó esa manera tan suplicante, tan hambrienta de piedad que tenías de mirarme cada vez que arremetías contra mi, pero ahora ¡mírate! tienes la mirada tan vacía como tu cerebro, tan vacia como tu argumento cuando te preguntaba X tema y nunca me pudiste contestar bien.
¡Que no!, ¡nunca me contestas bien!
Y sigues ahí, viéndome de esa manera, ¡Ya para!, ¡Te he dicho que pares con esa mirada de perro a medio morir! como si me culparas de algo, pero sabes muy bien que yo no tengo la culpa; la tienes tú.
Ya sé, pero tu le pudiste haber dicho que no, que estabas conmigo.
¡Pero que excusa tan tonta! Pero es propia de una persona de tu naturaleza, tan ingenuo y tonto. Aunque a veces lo dudé, no supe si eras o te hacías ¿Eras o te hacías?
Ya ahorita no me importa nada, ya te borraré por siempre de mi vida, sin importar que digas o hagas, que dejes de decir o qué dejes de hacer, tu para mi ya no vas a existir.
Ahora lo que me enoja es que no tengo que arreglar todo el desmadrito que dejaste....
¿Que no quieres limpiar? Pero si tú lo has dejado así. Tú y el último escupitajo de tu corazón.